el Regimiento de Ingenieros de Tejas Verdes, V Región: Me condujeron a una sala, al entrar sentí
mucho olor a sangre [...] escuchaba individuos que hablaban bajo, uno de ellos
me desató las manos y me ordenó que me desnudara, les dije que por favor no lo
hicieran, pero luego en forma violenta me desvistieron, dejándome sólo la
capucha puesta, me pusieron en una especie de camilla amarrada de manos y pies
con las piernas abiertas, sentí una luz muy potente que casi me quemaba la piel.
Escuché que estos individuos se reían, luego un hombre comenzó a darme pequeños
golpes con su pene sobre mi cuerpo, me preguntó de que porte me gustaba, otro
hombre escribía cosas sobre mi cuerpo con un lápiz de pasta. Luego vino el
interrogatorio [...] en seguida ordenó que me pusieran corriente en los senos, vagina y rodillas
[...]. Luego de las descargas pararon un rato, mientras sentía que hablaban
entre ellos. Nuevamente retomaron el interrogatorio, esta vez me dijeron que me
habían conectado a la máquina de la verdad [...] por cada respuesta que daba
sonaba un pito de esta máquina, por cuanto me decían que yo estaba mintiendo [...]
el pito de ese aparato se transformó en un infierno [...] vinieron nuevamente
los golpes y las descargas eléctricas, cuando casi estaba inconsciente me
levantaron la capucha hasta la nariz, me pusieron un vaso en la boca haciéndome
ingerir un líquido, no supe qué pasó conmigo hasta el día siguiente que me
devolvieron al campo de prisioneros. En el campo fui recibida por el suboficial
[...] el que al verme comentó que si se diera vuelta la tortilla no querría que
esto le pasara a su hija, le pregunté qué me había pasado, pero enseguida llamó
a las enfermeras militares [...] sentía dolor en la vagina y en todo mi cuerpo
[...] estaba muy deteriorada sin poder defecar [...].
Hombre, detenido en octubre de 1973. Relato de su reclusión en la Casa de la
Cultura de Barrancas, a cargo de un batallón del Regimiento Yungay de San Felipe,Región Metropolitana: En un instante sentí que las yemas de mis dedos me ardían,me estaban clavando con agujas [...] encendió un potente foco de mercurio a unos dos metros de mi cara. Los gritos del subteniente se empezaron a alejar, mi rostro ardía, en mi desesperación me pasé la mano por la frente y parte de la cara. El capitán golpeó la mesa que me separaba de él y me dijo que si me pasaba la mano por la cara me iba a quedar marcada para siempre. Había sido muy tardía la advertencia porquemi rostro quedó quemado y con marcas que llevo hasta hoy.
Estos son solo dos casos del Informe Valech sobre prisión política y tortura en la dictadura de Pinochet.
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