“...Sin gobierno salisteis del vientre de vuestra madre... y sin gobierno os iréis, u os llevarán, a la sepultura...”
Miguel de Cervantes (Don Quijote de
Cambiar cuestiones fundamentales acerca de la estructura social, laboral, económica, política, demográfica, de salud y educacional en Chile (o cualquiera otra nación) requiere primero que todo, preguntarnos sobre los fundamentos (creencias que sostienen un hacer, una creencia subyacente y la mayor parte del tiempo invisible para nosotros mismos) que sostienen nuestro modo de vivir y relacionarnos con otros y nuestro medio que nos posibilita. José Ortega y Gasset (1883-1955) hablaba de la creencia fundamental de una época, explicaba que muchas veces somos ciegos ante lo que sostiene nuestras acciones, que en definitiva, dan forma a toda una cultura y momento histórico en un presente continuo. Hay una creencia implícita que subyace a nuestra manera de realizar nuestra co-existencia en la cotidianidad de la vida, tanto individual como socialmente. Así, los campesinos, soldados, reyes y el poder eclesiástico en
Es así como un cambio de época se caracterizaba porque la creencia fundamental de una época aparecía, era traída a la mano, se daba luz a través del lenguaje donde había oscuridad perceptual, y una vez distinguida se comenzaba inevitablemente a cuestionar (no de un día para otro, obviamente, teniendo en cuenta el tiempo que lleva un cambio de época según la caracterización histórica común). Ese momento, en el cual se comienza a traer a la mano la creencia subyacente al modo de vida llevado a cabo por tanto tiempo, era un momento de crisis, donde el proceso de autoobservación se expandía a diferentes partes de un sistema, generando inestabilidad. Dentro de este proceso otras ideas surgían, y algunas de ellas se iban anidando como la nueva creencia fundamental de una nueva época paulatinamente en el tiempo, que luego de
Si observamos los fenómenos sociales que han acontecido en Chile a lo largo de ciertos años, puedo observarlos como fluctuaciones dentro de un sistema que, como todo sistema, es conservador en esencia, o sea conserva su identidad de clase y organización invariante permitiendo los cambios estructurales posibles que no interfieran con esa ley sistémica. Si ocurre que permite una interferencia que su estructura no puede compensar sin cambiar su organización, existe un nuevo sistema con su identidad dada por esta nueva organización.
¿Qué clase de sistema sería Chile dentro de este contexto? ¿Qué clase de comunidad humana sería lo que denominamos Chile? Como sistema claramente se puede distinguir dentro de lo que en geopolítica se entiende por un estado-nación. Sistemas que surgen recientemente en la historia humana, junto a procesos sociales humanos concomitantes como son; la revolución francesa, la caída y decadencia de las monarquías europeas y las independencias políticas de sus colonias, tanto americanas como de otras latitudes del mundo. Ahora bien, como estamos hablando de un sistema que existe y es posible solo en el dominio de las relaciones humanas (estado-nación), y el dominio de las relaciones humanas existe y solo es posible por el lenguaje y es en el lenguaje donde se funda lo humano, debemos observar ahora para qué los seres humanos configuramos un sistema denominado “estado-nación”, para qué hacemos surgir a través de nuestro vivir en el lenguaje el fenómeno que caracterizamos como nación-país-estado.
Debemos tener en cuenta que lo que nosotros como humanos traemos a la mano con nuestro vivir en el lenguaje es imposible sin una base emocional que posibilite nuestro actuar social. Por lo tanto el surgimiento de las naciones actuales tiene que ver con nuevos deseos de convivencia que surgieron en un periodo histórico de la humanidad, que posibilitaron este nuevo tipo de organización de las comunidades humanas. El estado-nación entonces, entendida como una comunidad de seres humanos con algún tipo de idioma, cultura e historia en común, pasa a ser mirada como un configuración humana en el lenguaje que especifica un dominio donde cohabitan los seres humanos que configuran ese espacio.
Así, este concepto especifica en la historia humana, un nuevo modo de convivencia, en el cual los seres humanos aparecen como “iguales frente a la ley” donde se promueve vivir en la fraternidad y libertad de todos los que habiten ese espacio especificado por los propios humanos. Una vez que estas ideas se anidan en nuestra convivencia comienzan a ser tratadas como verdades fundamentales de convivencia, como principios rectores de “lo humano”. Obsérvese que la descripción de Ortega y Gasset sobre las creencias fundamentales que constituyen a una época tiene validez hasta este nivel. Pero si ahora aplicamos una nueva recursión, y por sobre la creencia de una época, miramos un poco mas allá, podemos percibir que hay ciertas ideas y creencias que permanecen inmutables entre ambas épocas que hemos tomado como ejemplo (Edad Media y Época Moderna) que es la idea o creencia de “Gobierno”. La idea de Gobierno ha acompañado el desarrollo de la humanidad desde milenios, tanto desde los antiguos reyes que gobernaban por ser la encarnación divina de un dios o diosa, pasando por los gobiernos laicos de las polis griegas y su abrupto quiebre dejando los cimientos fundados para las democracias actuales, como también por la monarquía, luego republica y finalmente imperio romano. La idea de gobierno nos ha acompañado en todo este trayecto. Surge vinculada al sedentarismo que sucedió al nomadismo humano, sedentarismo que implico el control como valor supremo en nuestra cultura patriarcal, el control del territorio, de la naturaleza, de la fauna, etc. Y ese control necesariamente lleva implícito el gen para la creación de fronteras y diferencias geopolíticas artificiales para lo que es la gran familia humana.
La idea de Gobierno y el ser gobernado es lo que trasciende en nuestra historia humana independiente de las épocas vividas, desde el surgimiento de las primeras civilizaciones la idea de Gobierno y el de ser gobernados nunca ha sido puesto en duda en ninguna transición o cambio de época, fue lo que permaneció invariante, lo que se conservo. Lo que sí se puso en duda y se logro cambiar era y siguiendo con el ejemplo anterior, el “derecho del rey”, el “derecho de los nobles” y el “derecho de los nobles” a señorear por todo un “reino”. Lo cual una vez puesto en duda, comienza a perder una validez que anteriormente las mismas personas que no lo ponían en duda y que ahora si, le entregaban a este tipo de, nótese, “régimen”.
En este metanivel al descrito por Ortega y Gasset, podemos decir entonces que una vez más el juego se torno diferente, pero las reglas del juego quedaron invariantes. Tenemos un sistema así descrito que conserva su organización solo admitiendo ciertos cambios estructurales tales como el de una monarquía a una republica, nación, país o estado. Pero el sistema en el que habitamos y especificamos los seres humanos con nuestra red de conversaciones (emociones, lenguaje y acciones) basados en Gobiernos, no ha, ni ha sido puesto en duda en ningún momento. Por lo tanto puedo decir que:
El modo de vida humano actual solo permite cambios de épocas que constituyan un cambio en la creencia fundamental sobre la manera de ser gobernados, pero no admite cambios en la premisa fundamental que subyace a nuestra historia universal reciente, el ser gobernados.
Co-inspiración:
"Amor y Juego; Fundamentos Olvidados de lo Humano, Desde el Patriarcado a