lunes, agosto 22, 2011

Mensaje de estudiantes argentinos para los estudiantes chilenos

La doctrina del shock en la práctica. La conexión entre el robo nocturno en las calles y el robo diario perpetrado por las elites


The Nation/Alternet
Traducido al ingles para Rebelion.org por German Leyens

Oigo todo el tiempo comparaciones entre los disturbios de Londres y los que suceden en otras ciudades europeas, destrozo de vitrinas en Atenas o incendios de coches en París. Y hay paralelos, sin duda: una chispa provocada por la violencia policial, una generación que se siente olvidada.

Pero esos eventos estuvieron marcados por destrucción masiva; los saqueos fueron menores. Ha habido, sin embargo, otros saqueos masivos en los últimos años, y tal vez deberíamos hablar también de ellos. Fue en Bagdad después de la invasión estadounidense, un frenesí de incendios y de saqueos que vaciaron bibliotecas y museos. Las fábricas también fueron afectadas. En 2004 visité una que fabricaba refrigeradores. Sus trabajadores la despojaron de todo lo que tenía algún valor, luego la incendiaron tan a fondo que el almacén era una escultura de planchas de metal retorcidas.

En esos días la gente en las noticias por cable pensó que los saqueos fueron altamente políticos. Dijo que es lo que pasa cuando un régimen carece de legitimidad a los ojos del pueblo. Después de ver durante tanto tiempo cómo Sadam y sus hijos se servían de todo y de todos a su gusto, muchos iraquíes de a pie pensaron que habían ganado el derecho a apoderarse de unas pocas cosas para sí mismos. Pero Londres no es Bagdad, y el primer ministro británico David Cameron está lejos de ser Sadam, de modo que es seguro que no se puede aprender nada del asunto.

¿Y si consideramos un ejemplo democrático? Argentina, casi en 2001. La economía estaba en caída libre y miles de personas que vivían en vecindarios difíciles (antiguas zonas industriales prósperas antes de la era neoliberal) invadieron supermercados de propiedad extranjera. Salieron empujando carritos de compra abarrotados de bienes que ya no podían permitirse, ropa, electrónica, carne. El gobierno proclamó un “estado de sitio” para restaurar el orden; a la gente no le gustó y derrocó al gobierno.

El saqueo de Argentina fue políticamente significativo porque era la misma palabra utilizada para describir lo que las elites de ese país habían hecho al vender los activos nacionales del país, en tratos de privatización, de una corrupción flagrante, ocultando su dinero en el exterior, pasando luego la cuenta a la gente mediante un brutal paquete de austeridad. Los argentinos comprendieron que el saqueo de los centros comerciales no habría sucedido sin el mayor saqueo del país, y que los verdaderos gángsteres eran los que estaban a cargo.

Pero Inglaterra no es Latinoamérica, y sus disturbios no son políticos, o por lo menos es lo que se nos dice. Solo tienen que ver con muchachos ingobernables que aprovechan una situación para apoderarse de lo que no es suyo. Y la sociedad británica, nos dice Cameron, detesta ese tipo de conducta.

Y lo dice con toda seriedad. Como si los masivos rescates de los bancos no hubieran sucedido jamás, seguidos de las descaradas bonificaciones récord. Seguidos de las reuniones de emergencia del G-8 y del G-20, cuando los dirigentes decidieron, colectivamente, no hacer nada para castigar a los banqueros por parte de todo esto, no hacer nada serio para impedir que una crisis similar vuelva a ocurrir. En lugar de hacerlo, todos volverían a sus respectivos países e impondrían sacrificios a los más vulnerables. Lo harían despidiendo a trabajadores del sector público, convirtiendo a los maestros en chivos expiatorios, cerrando bibliotecas, aumentando el coste de la educación, rechazando los contratos con los sindicatos, creando privatizaciones aceleradas de activos públicos y disminuyendo las pensiones: mezclad el cóctel según vuestro país. ¿Y quién se presenta en la televisión sermoneando sobre la necesidad de renunciar a esos “beneficios”? Los banqueros y los administradores de los fondos de alto riesgo, por supuesto.

Estamos ante un saqueo global, días de gran toma de beneficios. Alimentado por un sentido patológico de los derechos a beneficios, este saqueo se realizó a plena luz del día, como si no hubiera nada que ocultar. Sin embargo, existen algunos molestos temores. A principios de julio, el Wall Street Journal, citando un nuevo sondeo, informó de que un 94% de los millonarios temen la “violencia en las calles”. Resulta que ése era un temor razonable.

Evidentemente, los disturbios de Londres no fueron una protesta política. Pero la gente que comete robos nocturnos está endemoniadamente segura de que sus elites han estado cometiendo robos a plena luz del día. Los saqueos son contagiosos.

Los conservadores tienen razón cuando dicen que los disturbios no tienen que ver con los recortes. Pero tienen mucho que ver con lo que representan esos recortes: que te recorten como si fueras una sobra. Ser excluido en una clase baja en rápido crecimiento, y que los pocos escapes que existían –un empleo sindicalizado, una buena educación asequible– se cierran rápidamente. Los recortes son un mensaje. Dicen a sectores completos de la sociedad: te vas a quedar donde estás, como los migrantes y refugiados que rechazamos en nuestras fronteras cada vez más fortificadas.

La respuesta de David Cameron a los disturbios es hacer que esta exclusión sea literal: desalojos de viviendas sociales, amenazas de cortar los medios de comunicación y condenas indignantes (cinco meses a una mujer por recibir un short robado). Vuelven a enviar el mismo mensaje: desapareced, y hacedlo en silencio.

En la “cumbre de la austeridad” del G-20 del año pasado en Toronto, las protestas se convirtieron en disturbios y se quemaron numerosos coches policiales. No fue nada en comparación con los sucesos de Londres 2011, pero fue chocante para nosotros, los canadienses. La gran controversia entonces fue que el gobierno había gastado 675 millones de dólares en la “seguridad” de la cumbre (pero a pesar de todo parece que no pudieron apagar esos incendios). Entonces, muchos de nosotros subrayamos que el costoso nuevo arsenal adquirido por la policía –cañones lanza-aguas, cañones de sonido, gas lacrimógeno y balas de goma– no se había adquirido solo para reprimir a los manifestantes en las calles. Su uso a largo plazo era: disciplinar a los pobres, los que en la nueva era de austeridad tienen tan poco que perder que se vuelven peligrosos.

Es lo que no comprende David Cameron: no se pueden recortar los presupuestos de la policía al mismo tiempo que se recorta todo lo demás. Porque cuando se roba a la gente lo poco que tiene, a fin de proteger los intereses de los que tienen más de lo que cualquiera merece, hay que contar con que haya resistencia, sean manifestaciones organizadas o saqueos espontáneos.

Y no es política. Es física.


Naomi Klein es una periodista galardonada, columnista publicada en numerosos periódicos y autora del éxito de ventas internacional del New York TimesLa doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre (septiembre de 2007); y de un éxito de ventas internacional anterior: No logo: El poder de las marcas; y de la colección: Vallas y Ventanas: Despachos desde las trincheras del debate sobre la globalización (2002). Lea más en Naomiklein.org. La puede seguir en Twitter: @naomiaklein
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Fuente: http://www.alternet.org/story/152064/

¿Ha sido alguna vez gratuita la Educación?

Marcel Claude
http://marcelclaude.blogspot.com/

El día 11 de Agosto recibimos una andanada de “nuevas reflexiones” desde la trinchera del lucro y del sistema de colegios y universidades privadas, es decir, de los que construyeron este modelo de educación del peor de los mundos: educación cara y mala.

Brunner, siempre posando de inteligente, académico con ginetas y background, no puede ocultar ya su enojo con el mundo estudiantil. Estos “cabr@s tont@s” l’están rayando la pintura, l’están meando el asado y ensuciando sus documentos plagados de letras que en una perfecta armonía wagneriana dieron justificación, legitimidad y racionalidad al bárbaro sistema educacional que hoy impera y que él contribuyera a instalar. No se ahorro descalificaciones, los acusó de haber entrado “en una fase de enorme intransigencia”, planteando contenidos “algunos que no son realizables y que no son convenientes de realizar”, además de que al cuestionar la legitimidad representativa del Parlamento y del Ejecutivo, “el movimiento estudiantil se aparta de su propia tradición democrática”. También se permitió sostener que el movimiento se debilitará si sigue el "infantilismo revolucionario". No dejó para nada bueno al movimiento estudiantil. Lo irritante de sus planteamientos es que Brunner con esto demuestra la gran sintonía que tiene con la Constitución antidemocrática de Pinochet-Lagos. Es al menos una cruel ironía que se acuse a los estudiantes de antidemocráticos porque cuestionan una constitución antidemocrática. Es la perversión del lenguaje y la razón. Bien se puede leer en un grabado de Goya «El sueño de la razón produce monstruos». No menos odioso es desacreditar como infantilismo la propuesta de hacer cambios significativos y estructurales. Para Brunner sólo es posible hacer cambios cosméticos. El problema de la educación chilena es profundo y estructural, es de esencia y contenido. El único maquillaje posible que admite es el que se le hace a los muertos en el día de su entierro. No puedo evitar recordar el canto de Zitarrosa: “el que no cambia todo, no cambia nada”.

El que estuvo más acertado fue el Presidente Piñera. Me sorprendió gratamente –sólo al principio- cuando declaró que “nada es gratis en esta vida, alguien lo tiene que pagar”. Más tarde, ensucia su excepcional toma de conciencia declarando "Si le damos educación gratuita al 10% más favorecido de nuestra sociedad, lo que estaríamos haciendo es que el total de la sociedad, incluyendo los más pobres, con sus impuestos estarían financiando la educación de los más afortunados”. En esto se hermanó con Brunner tan nítidamente que no parece que este último haya sido –perdón por la vulgaridad pero se justifica- un “upeliento” allendista e ideólogo de los “ruadical maipus” (me refiero al MAPU, disculpen my bad English) que no eran un grupo de rock sino una célula de políticos muy ubicuos que entonces hacían alarde de sus convicciones marxistas y hoy de su adhesión al más salvaje de todos los capitalismos: el modelo chileno.

Han confundido mucho las cosas con esto de la gratuidad de la educación. Por más que algunos tratemos de ponerlas en su lugar para que tengan una forma y una lectura clara, ahí vienen de nuevo con sus sofismas y frases llenas de verdades a medias. Creo que hemos repetido hasta el cansancio y hartazgo, lo que recién viene a ser evidente para el presidente, haciéndolo una frase de su cosecha “nada es gratis en la vida”. Sebastián, eso siempre ha sido así, es obvio ¿cómo tan perdido presidente? Es por ello que hemos repetido a lo largo y ancho de Chile que acá la discusión no es entre educación pagada versus educación gratuita, sino que, entre dos modelos de financiamiento: el modelo privado pagado con aranceles versus el modelo público pagado con impuestos.

Lo anterior porque nunca la educación ha sido gratuita y siempre alguien la paga y cuando Piñera hace referencia al tema de los impuestos, nos está dando la razón a quienes vinculamos la reforma tributaria con la reforma educacional. El presidente tiene razón al sostener que no pueden los pobres pagar la educación de los más ricos. Hoy en día eso es matemáticamente correcto, puesto que el sistema tributario chileno está sostenido sobre el impuesto al trabajo y el IVA. Éste último contribuye con el 50% del presupuesto y recae fuertemente sobre el ingreso de los más desfavorecidos, dado que éstos gastan todo su ingreso en consumo afecto a este impuesto, mientras los más ricos, gran parte de su ingreso lo ahorran y no se les carga con el IVA. Además, las mineras no aportan mucho pues se llevan prácticamente todo el excedente productivo que generan, y las empresas en Chile tienen la posibilidad de descontar los impuestos que pagan, ya que utilizan un sinnúmero de mecanismos para evadir impuestos.

En cierto sentido Piñera se acusa o acusa al sistema tributario cuando hace semejante afirmación y, al mismo tiempo, es una forma de negar la necesaria reforma tributaria que evitaría que sus palabras no sean correctas. Felipe Larrain le dio posteriormente el portazo a la reforma tributaria. El llamado “dueño de la billetera fiscal” habló con autoridad "no necesitamos un aumento de impuestos para financiar la reforma educacional, los programas sociales ni las políticas sociales que está impulsando este gobierno".

Dos cosas sugieren todos estos acontecimientos. Primero, la reforma tributaria es necesaria para financiar la educación puesto que se requieren más recursos, los que ascienden a 7 mil millones de dólares anuales y no 4 mil millones en 5 años. Estos recursos no pueden venir del sistema tributario actual, dado que es totalmente desigual. Se requiere que baje el IVA considerablemente y que productos de primera necesidad estén exentos de este maldito impuesto, que las empresas empiecen de verdad a pagar impuestos eliminando las triquiñuelas que tienen para evitarlo, que las mineras contribuyan con incrementos considerables de sus aportes al royalty, que suban los impuestos de quienes tienen ingresos altos y que aumente la exención de los que tienen menos. De esta manera, la mal llamada educación gratuita –financiada con impuestos- sería, contrariamente a lo que Piñera dice, no un subsidio de los pobres a los ricos, sino al revés, un subsidio de los ricos a los pobres, como debería ser en una sociedad bien ordenada. Así las cosas, cuando los más ricos pagan impuestos en concordancia con sus ingresos, no solo financian la educación de sus hijos, sino también contribuyen a financiar la de aquellos que no pueden hacerlo y que por sus bajos ingresos están exentos de pagar impuestos. En este contexto, serían los más pobres quienes tendrían educación gratuita verdaderamente. Si los sectores acomodados pagarán altos impuestos, no sería en nada inconsistente que el Estado les diera la oportunidad de acceder a universidades “gratuitas”. Sería de toda justicia.

En segundo lugar, resulta repugnante la actitud de Brunner, Piñera y Felipe Larrain. Yo no sé por donde se pasan la soberanía popular. En realidad sí lo sé. Qué entienden por el ejercicio de la autoridad en un contexto democrático? No saben acaso que en una sociedad moderna, el poder reside en el pueblo? Cómo pueden, entonces, llevar tantos años soslayando esa máxima? La Constitución de Pinochet –legitimada con la firma de Ricardo Lagos y sus ministros- fue impuesta, nunca ha sido refrendada por el pueblo chileno y, en consecuencia, todas las autoridades son ilegítimas, han sido elegidas bajo un orden antidemocrático y un sistema electoral perverso que no tiene nada de representativo. Es irritante, en el contexto de la legitimidad de la soberanía popular, que el señor Larrain y Piñera se nieguen a una reforma tributaria, no son ellos los mandantes, son los mandatarios, es decir, quienes deben ejecutar la voluntad popular y hoy, el pueblo de Chile quiere reforma tributaria y educación pública. No le corresponde a un ministro de hacienda más que usar sus conocimientos para buscar la mejor forma de ejecutar la voluntad popular. Acá no se está pidiendo educación gratuita, se está pidiendo que con los impuestos que pagamos y los recursos que nos pertenecen, como el cobre, se financie la educación. En el nombre de qué principio democrático se prefiere, en Chile, gastar 10 veces más en armamento que en educación superior? Por qué sí está bien que los impuestos se usen para subsidiar muchísimo más a los militares y no a los estudiantes?

Un mecanismo muy típico de la disfuncionalidad psicológica que afecta a tantos, es proyectar en otros, es decir, imputarle a terceros, sus propios problemas. El gobierno y sus intelectuales orgánicos –como Brunner- se han empeñado contra toda evidencia, estudio y razón, en sostener un modelo educacional que niega el derecho a la educación, pues es de pésima calidad y la más cara del mundo. Que no es suficiente la evidencia de que está sustentada en un endeudamiento absurdo, peligroso, impagable y descomunal? Qué más quieren como evidencia? suicidios colectivos, quemas a lo bonzo? montoneras guerrilleras? Solo la ceguera contumaz, apañada por la ambición del lucro y la exagerada subordinación a una ideología nos puede explicar la intransigencia del gobierno.

Son pocos los caminos que dejan libres para avanzar cuando adhieren fervorosamente a la ideología que idolatra el lucro. No hay peor mundo ese en el que los poderosos están imbricados en la trilogía nefasta del lucro, la ideología y la religión.

Marcel Claude
Economista
Publicado por El Dinamo

lunes, agosto 15, 2011

Indignados sin fronteras: ¿será la primavera?



Hasta el siglo pasado las revoluciones comenzaban en París y luego saltaban, por contagio o emulación, a otras ciudades y países. Pero, ¿podemos aceptar que un malestar general, global, cobre forma a partir de la periferia y desde una pequeña ciudad del centro de Túnez se extienda a este y oeste por el mundo árabe, luego hacia el norte del mediterráneo y llegue hasta España para seguir después su camino, como la colillita de Albert Pla, dejando caer chispas aquí y allá por toda Europa? Toda tentativa de aislar los acontecimientos, de juzgar cada situación como específica e irreductible, ignora el éxito sombrío de la globalización por encima de las fronteras que el capitalismo al mismo tiempo levanta entre los pueblos. Quizás no es una casualidad el que por una vez una “revuelta” periférica haya adquirido dimensiones mundiales en la imaginación colectiva; lo cierto es que, de Marruecos a Bahrein, de España a Grecia, de Estambul a Wisconsin, estas ondulaciones se inscriben en una misma “falla tectónica” asociada al doble fracaso, económico y político, del capitalismo.
En una entrevista a un periódico libanés, el poeta sirio Adonis, conocido por su visión crítica del mundo árabe, reconocía que los árabes le habían sorprendido: “se han sorprendido incluso a sí mismos”. Nadie esperaba lo ocurrido, ni en Túnez ni en España, y esta “sorpresa” constituye en realidad un dato sociológico común: pobres o ricos, izquierdas o derechas, en contra o a favor del estatu quo, todos aceptábamos una desproporción ya incorregible entre -digamos en términos clásicos- las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas de la vida social. Mientras la crisis avanzaba y la oligarquía mundial rebañaba todos los platos, mientras los derechos laborales retrocedían a un estado de volatilidad estructural, parecía bastar una combinación de represión, religión y consumo -a un lado y otro del mediterráneo- para asegurar una despolitización muy funcional a esta caída libre, sin rozamientos ni obstáculos, hacia el abismo. “En cuanto a la juventud”, dice un escritor, “yo no tenía mucha confianza en ella. Me imaginaba que su conciencia política se había modelado en los valores de nuestra sociedad de consumo —y nuestra sociedad está muy abierta a la influencia de las corporaciones extranjeras y a los valores occidentales-. No me imaginaba que tuvieran la conciencia clara que tienen, ni esa capacidad de levantarse en defensa de los principios de la libertad y la democracia”. Podría ser Julio Anguita o José Luis Sampedro hablando de Sol, pero es Sonallah Ibrahim, un novelista egipcio, hablando de Tahrir. El desprecio a los jóvenes árabes reprimidos y el desprecio a los jóvenes europeos sobornados descartaba cualquier forma de reacción. “Poco pan y pésimo circo”, declaraba una consigna en Madrid que habrían podido firmar en Túnez, El Cairo, Damasco o Casablanca. Dueños sólo de sus cuerpos, sin poder introducir a partir de ellos ningún efecto en el mundo, los jóvenes son siempre niños; contra esta vida desnuda común -roída por cifras de paro muy semejantes-, contra el poco pan y las muchas golosinas, es la parte más antropológica y más moral de los ciudadanos la que se ha levantado reclamando “dignidad”.
Pero la dignidad tiene que ver precisamente con esta conciencia de estar radicalmente excluidos de las fuentes de decisión. Y por eso en un lado y en otro, allí donde la dictadura es personal y allí donde la dictadura es estructural, las poblaciones piden democracia. Lo normal es que en Túnez y en Egipto hubieran pedido “el gobierno de Dios”, incorruptible y seguro, y en España algún tipo de populismo autoritario. Tanto han manoseado y malversado la democracia desde las instituciones (¡incluso para invadir países!) que hubiese sido trágicamente comprensible que se echase la culpa a la democracia misma de la falta de democracia. Pero en Túnez y en Madrid, en Egipto y en Grecia, se ha desenmascarado con lucidez fulminante este espejismo de corrupción lingüística e hipocresía. Ben Ali, Moubarak, Al-Assad, Ali Saleh, Al-Khalifa y Gadafi son dictadores, pero el PP-PSOE, la banca, los mercados, el FMI y la OMT también. Es el sistema mismo (nitham) el que aparece de pronto como incompatible con la soberanía ciudadana.
En estas condiciones, la redemocratización del mundo pasa por un rechazo casi alérgico del liderazgo. En Túnez y en Madrid, en El Cairo y en Barcelona, se han cuestionado de tal modo las fuentes mismas del prestigio público, asociadas a la sonrisa trapera, la compra-venta de imágenes y la promesa incumplida, que la desconfianza hacia las clases políticas se radicaliza en una desconfianza hacia todos los “conocidos” y hacia todos los formatos convencionales de aparición pública. En este sentido, frente a la televisión, centralizadora y jerarquizante, las nuevas tecnologías y la información horizontal en la red, con todos sus riesgos y dobles filos, se acomodan de manera natural a una utopía de salvaje democracia impersonal. Este impulso utópico tan hermoso, que desnuda la podredumbre de las dictaduras, constituye al mismo tiempo uno de los límites del movimiento.
La paradoja es, sin embargo, que esta alergia de liderazgo expresada a través de los medios virtuales ha tenido un efecto enormemente clásico: el liderazgo, no de las personas, no, sino de los “lugares”, la recuperación del espacio físico -la Qasba, Tahrir, Sol, Syntagma, La Perla, etc.- como un eje antropológico irrenunciable. Quizás en Túnez y en El Cairo estaba mucho más claro dónde residía materialmente el poder enemigo, pero en todas partes se ha comprendido que el poder propio se construye en el centro de las ciudades. En 1789 la Bastilla se ocupó para liberar a sus presos y destruirla; en 2011, la Qasba, Tahrir y Sol se han ocupado para reconstruirlas y construir en esos “agujeros blancos” seres humanos libres, es decir, capaces de reconocerse recíprocamente, de deliberar en voz alta y de organizarse de manera responsable, demostrando que la responsabilidad, la solidaridad y la organización son la ley primera, la más antigua, la más espontánea, y que si sólo se descubre en situaciones de excepción es porque la “normalidad” es la fuerza constituyente, pero se pierde inevitablemente una vez constituida. En Túnez y en Madrid hemos recordado, en cualquier caso, de qué materia están hechos realmente los humanos y con qué ingredientes se hacen las buenas constituciones.
Las diferencias, claro, son enormes: en muertos, en objetivos concretos, en resultados e incluso en estrategias. Quizás la chispa podía haber saltado en otro sitio y quizás las epidemias rebeldes, más que revelar condiciones comunes, “comunican” a los pueblos, unifican sus anhelos. Lo cierto es que hoy el mundo árabe descubre de nuevo su unidad geográfica, política y cultural; y lo cierto es que hoy el mediterráneo, ese muro de agua que partía en dos un parentesco histórico, es de pronto el aura viva de una identidad colectiva.


Fuente: http://diagonalperiodico.net/Indignados-sin-fronteras-sera-la.html


jueves, agosto 11, 2011

Reedición del post : "Chile, un bote que hace agua y una tripulación cansada de achicar"

El presente post fue publicado en Enero del 2011, pero por su actualidad y para no redundar, lo vuelvo a publicar.



"El bote hace agua, la economía chilena responde al tipo de economía o país que se dice despectivamente “bananero”(*), el cual basa su subsistencia en la exportación y comercialización de sus materias primas. El cobre es la joya de la corona que depende en gran medida de la alta demanda de China, manteniendo su precio en niveles increíbles como son, centavos más centavos menos, los 4 US dólares la libra. El cobre se va por nuestros puertos tal cual como salió de la mina, sin más elaboración que los rasguños de las maquinas en su extracción. La clase política de ambos bloques se vanagloria  y contempla orgullosa sus grandes acuerdos, que recaudan cifras ridículas en conceptos de royalties, pero que aseguran el financiamiento de sus futuras campañas políticas y sus reelecciones.

Los libremercadistas del actual gobierno azuzan la venta de las sobras restantes a la gran subasta del Estado de Chile de los años ´80 y ´90 (**). Ahora aprueban vender la participación que tiene el Estado en empresas sanitarias Aguas Andinas, Esval, Essbio y Essal… bajo el argumento de obtener mayor liquidez para financiar la reconstrucción. La venta está estimada en 1.600 millones de US dólares (1). Plantean el tema como casi insignificante, como si el tener estas acciones fuese incómodo y poco rentable, pero no informan que Corfo se financia en gran medida con el dinero que esta participación entrega. (2) La justificación es a través del típico discurso de estos seres sobreideologizados  cuando comienzan a repartirse la carroña: que no funciona bien, que presenta una mala gestión, que en manos privadas estará mejor, etc., etc. La mejor solución, cómo no, es vendérsela a precio de huevos a sus amigos, que después cuando salgan del gobierno les darán trabajo, el costo, si es que es un lector atento, ya sabe quién lo pagará…

Los libremercadistas de la actual institución político-económica de este país, bajo la ley de reducir el Estado a su mínima expresión, venden la participación del Estado en cuestiones vitales como el agua, pero se les cae al suelo toda su doctrina al momento de salvar a los exportadores frenando la caída del dólar a través de la intervención del Banco Central. Enjaretándonos a nosotros los costos que los exportadores no están dispuestos a pagar, al fortalecer el US dólar frente al Peso aumenta necesariamente el precio del petróleo y por ende todo lo que implica el mercado interno de transporte, distribución y precios de mercancías básicas. ¿Y su libre mercado?… ¿No es que mientras más libre el Mercado mejor? ¿No es que el Mercado se autorregula? ¿Cuáles son los criterios para que el Estado intervenga al Mercado entonces?… ¿Sólo cuando hay que salvar a grandes capitalistas?… su ideología no es más que una coartada para justificar lo que le conviene en cada momento a la clase granempresarial.

Chile es un bote que hace agua, nuestra boyante economía está construida en barcos de papel,  en deuda, en deuda de todas las personas que ven en el crédito la única forma de subsistencia. Las grandes casas comerciales de venta al detalle (retail) se han enriquecido a través del cobro de intereses sin límites, y hoy en día les es más conveniente vender a crédito que al contado. La deuda de los hogares chilenos, como informa en un artículo Patricio Guzmán (3), pasó en una década a duplicarse “de un 22,6% del Producto Interno Bruto (PIB) en el año 2000, al 39,1% en 2009. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2009 el PIB chileno superaba los USD 160.000 millones de dólares, y la deuda de los hogares chilenos equivale a unos USD 62.500 millones.” Estamos hablando de que el  40% de nuestro PIB nos es nada más que deudas…

Existe una precaria situación a nivel de derechos, en Chile el porcentaje de personas que pertenecen a un sindicato ronda con suerte el 25% de la masa laboral,  el secreto a voces es que quién se inscribe o crea un sindicato es despedido y puesto en listas que las propias empresas construyen e intercambian. Los trabajadores viven condiciones laborales del siglo XIX, véase nada más el publicitado caso de los 33 mineros atrapados en la Tercera Región, cuestión que no opaca el hecho de que sólo en la última década de “esplendor” económico hayan muerto cerca de 400 mineros.

El Derecho a Educación no existe, existe un precario sistema de educación público que está determinado por los municipios de cada comuna, ergo,  mientras más pobre la comuna, más pobre la escuela o el liceo, y así en vez de nivelar y equiparar desigualdades las reproduce y cristaliza. Por lo general, las familias de bajos ingresos perciben la escuela y liceos públicos como un alivio, por el simple hecho de que sus hijos pueden tener acceso a alimentación mientras asistan (desayunos y comidas). Y en el mejor de los casos salir como mano de obra poco calificada a la fila del eterno, y manipulado, 10% de cesantía estructural del país. Una Universidad Estatal cualquiera cobra anualmente por una carrera, de psicología por ejemplo, cerca de 3 millones de pesos, equivalente a un poco más de 6 mil US dólares, cuando el salario mínimo líquido llega a los 135 mil pesos equivalente a cerca de 280 US dólares. Esta brutalidad equivale a pensar que alguien lograse tener 22 salarios mínimos al año (2 jornadas de 45 horas semanales) sin gastar ni un céntimo en otra cosa que pagar la universidad de su hija o hijo. Muchos de los que hoy nos gobiernan estudiaron en universidades estatales gratuitas.

El Derecho a Salud tampoco existe. En Chile se ha inventado un Fondo Nacional de Salud, que no es nacional, es de clase, porque lo paga el sector de la población que no le alcanza para comprar un seguro privado que llamamos Isapres. Este Fondo Clasista de Salud es financiado por los sectores medios y pobres del país, quedando exentos de pagar impuestos las clases altas que se atienden en medios privados. El Fondo se divide en políticamente correctas subclases llamadas A, B, C, D. Donde la traducción políticamente incorrecta es: A significa indigencia/pobreza extrema o cesante, B muy pobre, C  pobre, y D más-menos pobre o clase media baja. Si eres muy pobre te atiendes gratis, pero en un contexto de precariedad y maltrato enorme por parte de los servicios públicos de atención, según revelan actuales investigaciones que intentan sacar a luz verdades que nadie quiere mirar (4). Si eres más o menos pobre o clase media baja te puedes atender en sistemas privados donde debes pagar una parte y el Fondo Clasista de Salud cubre la otra parte.  Evitas el maltrato sufrido en espacios gratuitos de atención, pero aumentan los costos exponencialmente según la gravedad que debas atender, por ejemplo, un día/cama pude costar cerca de 70 mil pesos (120 USD) donde el fondo subvencionara el 10%. Por lo tanto una hospitalización en un sistema privado puede arruinar a la ya mermada economía del hogar, y en un sistema “público” debes soportar la lentitud,  el maltrato y la rabia e impotencia que producen muchas veces el hacinamiento y las largas horas de espera,  pudiendo fácilmente compartir habitación con un numero muy alto de personas…

De la jubilación no quiero extenderme en relatar cómo un grupo de alquimistas traspasó toda nuestra ancianidad a manos privadas, instaurando un sistema sin precedentes a nivel mundial, donde son empresas privadas (AFPs: administradoras de fondos de pensiones) quienes nos pagan una jubilación de miseria, donde no existe comparación con quienes, muy pocos, mantuvieron el fondo social, quienes sí que gozan de una jubilación en condiciones.

Chile es un bote que hace agua, existen precios insoportables de artículos de primera necesidad para los hogares pobres de este país, país donde el Pan paga el mismo IVA que el Whisky. Nuestra economía se basa en el traspaso de las propiedades del Estado a manos privadas que luego nos traspasan los costos a nosotros mismos, en la inexistencia de Derechos básicos como la educación y la salud. Pero nuestros políticos de derecha y centroderecha que llevan co-gobernando este país durante más de 20 años, esos dos bloques de amigos llamados Coalición por el Cambio y  Concertación de Partidos por la Democracia, se esfuerzan como nunca, a través de diferentes acrobacias, en mantener la moral de la tripulación arriba, para no tener que ser ellos los que deban remar…

En lo personal,  no resisto el deseo de verlos a ellos remar…"


Referencias:

(*) Aquel país que basa su economía en el monocultivo o la explotación de alguna materia prima en la cual basa su economía, estando siempre sometido a los designios que establecen las grandes compañías que explotan tal mercancía. Surge cuando United Fruit Company colocaba y sacaba gobiernos en Centroamérica.

(**) Como olvidar a nuestros queridos “Chicago Boys”, cachorros de Friedman desmantelando todas las empresas del Estado, traspasando todo ese suculento pastel a manos privadas, a sus parientes y amigos. Como olvidar a Eduardo Frei Ruiz-Tagle privatizando las empresas sanitarias, telefónicas, y de energía a empresas que en ese momento eran incluso estatales en España, pero operaban como privadas en Chile (luego llego Aznar… en fin).