martes, diciembre 21, 2010

CARTA ABIERTA A SANTA CLAUS

Luis Sepúlveda
Gijón, Diciembre de 2010.

Estimado Santa Claus, Papá Noël, Viejo Pascuero, o como quiera llamarse o ser llamado: Confieso que siempre le he tenido simpatía porque; en general me gusta Escandinavia, su traje rojo me resulta premonitorio y, porque tras esas barbas siempre he creído reconocer a un filósofo alemán que cada día tiene más razón en lo que afirmó en varios libros muy citados pero poco leídos.


No tema por el tenor de esta carta, no soy el niño chileno que hace varios años le escribió :”Viejo Cabrón, el año pasado te escribí contándote que, pese a ir descalzo y en ayunas a la escuela, me había sacado las mejores notas y que el único regalo que quería era una bicicleta, en ningún caso nueva, no tenía por qué ser una mounty byke, o para correr el Tour de France. Quería una simple bicicleta, sin cambios, para ayudar a mi madre en el reparto de la ropa ajena que lava y plancha en casa. Eso era todo, una puta bicicleta, pero llegó navidad y recibí una estúpida corneta de plástico, juguete que he conservado y te envío con esta carta para que te la metas en el culo. Deseo te de el sida, viejo hijo de puta”.

¿Fueron sus elfos los responsables de tan monstruoso desaguisado? Pues bien, estimado Santa Claus, seguramente este año recibirá numerosas peticiones de bicicletas, pues el único porvenir que espera a los chicos del mundo es como mensakas, sin contrato laboral y condenados a repartir paquetes hasta los 67 años. Sin embargo yo no le pido una bicicleta, le pido en cambio, un esfuerzo pedagógico, y que ponga a sus elfos y renos a escribir millones de cartas explicando qué son y dónde están los mercados.

Como usted bien sabe, nos han jodido la vida, rebajado los sueldos, esquilmado las pensiones, retirado el subsidio de paro y condenado a trabajar a perpetuidad para tranquilizar a los mercados.

Los mercados tienen nombres y rostros de personas. Son un grupo integrado por menos del uno por cien de la humanidad, y son al mismo tiempo los dueños del 99 por cien de la riqueza. Los mercados son los integrantes del concejo de accionistas, y los mismos accionistas de, por ejemplo, un laboratorio que se niega a renunciar a los royalties de una serie de medicamentos que, si fueran genéricos, salvarían millones de vidas. No lo hacen porque la vida no es rentable, pero la muerte sí lo es, y mucho.
Los mercados son los accionistas de las industrias que envasan zumo de naranjas, y que esperaron hasta que la Unión Europea anunciara leyes restrictivas para los trabajadores no comunitarios, que serán obligados a trabajar en España u otro país de la Unión Europea, según los reglamentos del trabajo y condiciones salariales de sus país de origen. Apenas esto ocurrió, en las bolsas europeas se dispararon los precios de la próxima cosecha de naranjas. Para los mercados, para todos y cada uno de esos accionistas, la justicia social no es rentable, pero la esclavitud sí, y mucho.

Los mercados son los accionistas de un banco que, embarga el piso a una mujer con un hijo inválido. Para todos y cada uno de esos accionistas, gerentes y directores de departamentos, las razones humanitarias no son rentables, pero el despojo, la expulsión de la pobreza a la miseria sí lo es, y mucho. Y para los estafadores de la esperanza, sean estos de derecha o derecha, pues no hay otra opción entre los defensores del sistema responsable de la crisis causada por los mismos mercados, despojar de su vivienda a esa anciana fue una señal para tranquilizar a los mercados.

En Inglaterra la criminal alza de las tarifas universitarias se hizo para tranquilizar a los mercados. El descontento social engendrará inevitables acciones por la supervivencia, y los mercados pedirán sangre, muertes, para tranquilizar su apetito insaciable.
Que sus elfos y renos expliquen detalladamente que en medio de esta crisis económica generada por la voracidad especulativa de los mercados y por la renuncia del Estado a controlar los vaivenes del dinero, ningún banco ha dejado de ganar, ninguna sociedad multinacional ha dejado de ganar, y hasta los economistas más ortodoxos de la teoría de mercado, concuerdan en que el principal síntoma de la crisis es que los bancos y las empresas multinacionales ganan menos, pero en ningún caso han dejado de ganar. Que sus elfos y renos expliquen hasta la saciedad que fue el mercado el que se opuso a cualquier control estatal a las especulaciones, pero ahora imponen que el Estado castigue a los ciudadanos por la merma de sus ganancias.
Y por último, permítame pedirle algo más: miles, millones de banderas de combate, barricadas fuertes, adoquines macizos, máscaras antigás, y que la estrella de Belén se convierta en una serie de cometas incandescentes con un blanco fijo: las Bolsas, que ardan hasta los cimientos, pues las llamaradas de cien hermosos incendios nos darían, aunque temporalmente, una inolvidable Noche de Paz.

jueves, diciembre 09, 2010

En nuestra contra, Piñera y Lavín en su lucha por una tabla rasa

[banksy+4.jpg] 
Por Victor Ramos Muñoz.
 
Dentro de las más antiguas estrategias efectivas de controlar, someter y dominar una cultura, clase social, familia o individuo, se encuentra el transformarlo todo en tabula rasa. Desde las Guerras Púnicas que terminan con la destrucción de Cartago y la noble tarea civilizadora de su conquistador Publio Cornelio Escipión Emiliano, quien fue elevado en los altares por Roma al cumplir con el honroso deber de quemar y destruir hasta los cimientos la ciudad, vender como esclavos por todo el mediterráneo los seres humanos que la formaban. Para que no se nombrara nunca más, para que no se dudara de la superioridad de Roma de ahí en adelante. Para que nadie en el futuro tuviese la posibilidad de encontrar en Cartago inspiración y revelarse contra el poder e imperium de la República. Desde las Guerras Púnicas y un par de milenios después, en las cámaras de tortura en los sótanos de nuestro país se repite la historia. Abnegados funcionarios del tirano de turno, aplicaban día tras día con pasmosa rutina, rudimentarias formas de causar dolor en los cuerpos de sus prisioneros. Para dejar bien escrito en la memoria física de los cuerpos y en la memoria lingüística colectiva del pueblo que recogía sus restos “el triunfo de la fuerza: la superioridad de los vencedores y la inferioridad de los vencidos…” (1)
Como se ha escrito antes en Chile como en otras latitudes, el verdugo o el conquistador perdonó a la víctima y no al revés como pudiese parecer. Y es desde ese tipo de relaciones de dominación desde donde percibimos y conocemos nuestro mundo. “Desviaste el camino…, te torturaré, encarcelaré, exiliaré, asesinaré y desapareceré tu cuerpo, para luego, cuando enmiendes el camino, perdonar tu error…” Podría ser la metáfora que caricaturice la breve historia evolutiva de este dominio relacional, que funda nuestra “democracia tutelada por los verdugos” para ser justos con los verdugos, siempre excluidos, siempre en las sombras y en un segundo plano en estos largos 20 años. Lograron, permitiéndonos seguir con vida, borrar cualquier signo de rebeldía o pensamiento crítico de nuestra cultura, y formar un rebaño obediente y ansioso por figuras de autoridad que le indiquen y cuenten qué pensar, qué sentir, qué vestir, qué comprar y qué comer a través de las grandes empresas de información para las masas. Hecha la tabla rasa, se raya culturalmente los límites de lo razonable y lo realizable, una vez hecho el trabajo sucio y monótono de asesinar y desaparecer, aparece el pulcro trabajo intelectual de rellenar los vacíos dejados en la trama cultural.
La biblioteca de Bagdad fue arrasada dentro del primer mes de ocupación. Quemada hasta sus cimientos, la tierra que vio nacer la escritura desaparece en un par de días. “Los saqueos se repitieron una semana más tarde y, sin mediar palabra, un grupo llegó en autobuses de color azul, sin sellos oficiales, el día 13, y alentado por la pasividad de los militares que circulaban unas calles más allá, roció con algún combustible los anaqueles y les prendió fuego. Es obvio que se hicieron también piras con libros para encenderlos. Según otra versión, se usaron fósforos blancos, de procedencia militar, para el incendio, y hay evidencias que lo confirman. Pasadas unas horas, una columna de humo podía verse a más de cuatro kilómetros y en ese incendio voraz desaparecieron las obras…” “…El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, a manera de excusa ante estos hechos, comentó que «la gente libre es libre de cometer fechorías y eso no puede impedirse»”. (2) No solo es necesario exterminar a las personas, es necesario exterminar el conocimiento que sobre sí mismos pudieran tener quienes sobreviven a esas personas, es necesario en pro de nuestra libertad, desaparecernos y llegar limpios al libre mercado que nos hará libre.
Piñera y Lavín están en contra nuestra, en contra de nuestra cultura, por miserable que sea, contra nuestra historia, por humillante que sea. Piñera y Lavín proponen lo que en definitiva es lógico. Proponen avanzar y profundizar aun más en el cultivo de seres humanos sin memoria, sin raíces, sin más perspectivas de trascendencias, que un automóvil o una vivienda con que ser recordados. En el año donde la elite política celebra un supuesto bicentenario de independencia colonial, el ministro Joaquín Lavín, numerario Opus Dei les dice a nuestras hijas que se concentren, cual rebaño de sumisas ovejas, en lo que importa al Mercado de su Jefe, los Números y las Letras, el Abaco y el abecedario. Números y letras sin contexto, sin historia, sin sentido, El Quijote de la Mancha por el Quijote de la Mancha, sin Cervantes escapando de cárceles de los tiranos de turno. Algoritmos sin el esplendor de las culturas árabes frente al oscurantismo medieval occidental.
En Chile el verdugo como siempre nos vuelve a dar caritativamente otra vez la oportunidad, esta vez aun más noble, de confiar en sus manos la manera en que nuestras hijas, hermanos, sobrinas percibirán y conocerán el mundo, la manera en que comprenderán y se explicarán el mundo que les tocará vivir. Un mundo donde sus padres, tíos y abuelos, sumisos en sus casas, aislados de cualquier tipo de organización social, arriadas las banderas de la emancipación humana sobre la tiranía económica, enterradas las esperanzas de un mundo digno y justo, en silencio y cabezas gachas dejaron una vez más que se hiciera con su mundo lo que el dominador dice que debe ser.

(1) Del libro “Crímenes de guerra” publicado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe y que incluye el informe de los brigadistas sobre víctimas civiles, Madrid 2003. http://serhumanolibre.blogspot.com/2010/11/trofeos-de-guerra-las-cronicas-de.html

(2) Atentado Cultural en Iraq. El Enigma de los libros destruidos en Bagdad. http://www.revistanumero.com/39irak.htm

Estamos muertos en la cárcel de San Miguel los 83

Por Andrés Figueroa Cornejo.
Diciembre 8 de 2010, 13:30 h


La delincuencia, fuera de las patologías psiquiátricas marginales, es producto de la miseria y la ignorancia.

A las 5:48 horas de la madrugada del 8 de diciembre de 2010, los bomberos recibieron un llamado telefónico probablemente de un interno de la cárcel del San Miguel, comuna de la Región Metropolitana, donde se estaba produciendo un siniestro con consecuencias fatales sin precedentes en la historia de las penitenciarias chilenas. Sin embargo, el incendio habría comenzado alrededor de las 4:00 horas de la madrugada, es decir, casi dos horas antes de que llegara auxilio, a las 6:00. De acuerdo a versiones preliminares, ya son 83 los reos calcinados y muertos por asfixia. A ello se agregan más de 300 heridos y un número indeterminado de presos en riego vital que están distribuidos en distintos recintos hospitalarios de Santiago. La tragedia se concentró en el cuarto piso de la torre 5 de la cárcel. Durante los acontecimientos, sólo había cinco funcionarios de Gendarmería en un recinto donde estaban recluidas 1.961 personas, toda vez que la prisión está habilitada para 900 hombres. Es decir, los niveles de hacinamiento superaban más de un 100% las instalaciones. Los familiares de los reos, presa de la desesperación y la incertidumbre debido a las escasas informaciones vertidas oficialmente, lanzaron huevos y piedras a las autoridades y la policía.

De modo oficial resultan opacas las razones que originaron el desastre. Lo cierto es que independientemente de las responsabilidades inmediatas –eventual negligencia de gendarmes en particular-, existen responsabilidades políticas de fondo que recaen en los gobiernos anteriores y en el actual, y de los actuales ministros de Salud y de Justicia, Jaime Mañalich y Felipe Bulnes.

ANTECEDENTES
En los últimos 10 años el incremento de la población carcelaria fue de 22.000 mil presos a 52.621 hoy. Considerando los reos que están beneficiados por políticas intrapenitenciarias o sistema abierto se llega a 55.000 mil reclusos. Esto es, el sistema penitenciario chileno es responsable de 107 mil personas.
El modelo privado que cuenta con subsidiado estatal generado con el propósito formal de aminorar el hacinamiento ha resultado un fracaso. En la actualidad, en los recintos concesionados existen tres presos en calabozos hechos para un interno. En la prisión femenina hay 300 reclusas en una habitación con capacidad para 80 personas, mientras que en la penitenciaría las instalaciones para 120 internos alojan a 800 reos.

La ley indica que el objetivo fundamental de la reclusión es la rehabilitación del preso con el fin de su eventual inserción social. No obstante, en el último tiempo se redujo el presupuesto para Gendarmería en más de 2.600 millones de pesos (US$ 5 millones 200 mil dólares). Esa cifra deviene en que ninguna cárcel posee programas de rehabilitación.

El modelo penitenciario estatal invierte por recluso 290 mil pesos (US$ 580), en tanto en los penales privatizados, prácticamente 600 mil pesos (US$ 1.200). En el sistema privado, los montos comportan enseñanza, salud, especialistas en rehabilitación, comida, y gastos en arriendo del recinto, agua y luz. Inversamente, bajo el modelo fiscal, por menos de la mitad de los recursos todas las labores anteriores deben efectuarlas los gendarmes.

En Chile hay un funcionario de gendarmería por 91 presos. Investigaciones, hechas por el gremio de gendarmería, informan que sus trabajadores laboran para el Estado más de 12 millones de horas extraordinarias no canceladas.

EL FONDO DEL DESASTRE
Mientras mediáticamente Piñera intenta explicar con abundante demagogia, como si fuera parte de la oposición –tomando distancia absurda respecto de su propia administración y culpando al eslabón más frágil de la cadena carcelaria-, una vez más, el mandatario enfrenta una crisis que revela las condiciones de subdesarrollo de Chile, asociadas, en este caso, a las inexistentes estrategias de prevención de accidentabilidad, resguardos sanitarios, rehabilitación efectiva de los reos, y un hacinamiento estructural del sistema penitenciario. Tras estos fenómenos se oculta el más profundo desprecio y abandono respecto de un segmento de la población chilena que es pobre y cuyo comportamiento está gatillado esencialmente por las pésimas condiciones de vida de las clases subalternas, la ausencia de una formación cultural digna, el desempleo, falta de porvenir y expectativas de desarrollo personal y colectivo, y la alienación social provocada por el imperio del fetiche del consumo innecesario que facilita la constitución de una subcultura ligada a la violencia y produce relaciones sociales dañadas y dañinas. Si no terminan las más que precarias condiciones materiales y educacionales de importantes segmentos de la desigual sociedad chilena, la delincuencia cobrará, simétricamente, una tendencia creciente y sin control. He aquí como se suma una nueva denuncia para la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos el 10 de diciembre, dos días después de la inédita tragedia.