sábado, abril 26, 2008

"Leer, ¿para qué?" por Santiago Alba Rico

"Se dirá que no tenemos tiempo para la lectura. Pero esto es como decir que no tenemos tiempo para el tiempo; que no tenemos tiempo para la duración. Tenemos tiempo, en cambio, para ignorarlo durante horas, para abolirlo ilusoriamente durante días; para despreciarlo durante toda una vida. Tenemos tiempo para ir a Australia, pero no para llegar hasta la cocina o hasta la casa de enfrente; tenemos tiempo para fotografiar un millón de veces las Pirámides, pero no para levantar en la playa un castillo de arena; tenemos tiempo para dar la vuelta al mundo en una pantalla, pero no para pelar una patata. Tenemos, claro, ese minuto que basta para la destrucción de un mundo, pero ya no los siete días que hacen falta para crear uno. Tenemos tiempo, en fin, para la digestión y para la televisión, pero no para la duración...."

La necesidad de renovar una y otra vez los llamados a la lectura -de promover, estimular y colorear las letras- revela una doble angustia. Los lectores -primera- sentimos los libros amenazados. Los lectores -segunda- nunca encontramos argumentos convincentes a favor de nuestro vicio.

Es verdad que los hombres se han quejado siempre de las inclemencias del tiempo, pero sólo hoy podemos hablar de cambio climático. Es verdad que ya Cicerón se lamentaba de la escasa pasión por la lectura de los jóvenes romanos, pero sólo hoy podemos hablar de un cambio de paradigma. Instrumento de dominio y de liberación, la escritura está en peligro como lugar de construcción y decisión de los destinos humanos. Algunos datos sumarios así lo expresan. Mientras aumenta el número de títulos y las cifras de ventas, disminuye el de lectores efectivos. Mientras se mantiene el analfabetismo real en los países pobres, aumenta el analfabetismo funcional en los países ricos. Mientras se multiplican los medios tecnológicos de registro y archivo de la humanidad, flaquea y agoniza la memoria individual de los humanos. Pocos somos capaces ya de recordar un poema, una canción, una cita de memoria; pocos somos capaces de recordar -como un fuego vivo bajo nuestros pies- los acontecimientos más recientes: la caída del muro de Berlín es para las nuevas generaciones tan antigua, tan inexpresiva, tan irrelevante, como la caída de Roma; incluso la invasión de Iraq es tan remota y está tan desprovista de sentido como la conquista de Granada o las Cruzadas. La Historia ha desaparecido en el instantáneo y sucesivo consumo de imágenes muy intensas, muy solubles, que no dejan más rastro que el apetito de una imagen nueva, de una visualidad ininterrumpida: la mirada se ha convertido en una extensión del sistema digestivo.

En estas condiciones, los libros no hace falta ni quemarlos: se descatalogan solos a medida que salen de la imprenta. En estas condiciones, los libros -pobrecitos- no pueden denfenderse a sí mismos. En la mitad pobre del mundo son inalcanzables; en la mitad rica se distinguen ya mal de una chocolatina o de un electrodoméstico. Si queremos salvarlos -junto a los elefantes, los glaciares y los niños- habrá, por tanto, que cuestionarse el modelo en su conjunto. Si queremos salvar a Joyce y a García Lorca -aunque sólo queramos salvar a Joyce y a García Lorca- tendremos que salvar los elefantes; si queremos salvar La Iliada y el Quijote -aunque sólo queramos salvar la Ilíada y el Quijote- tendremos que salvar también los glaciares y los niños.

Pero, ¿por qué salvar los libros? ¿Para qué leer? Es verdad que la lectura enseña, pero también enseña cosas erradas o perjudiciales. La lectura libera, pero también ata a prejuicios y sinsentidos. La lectura entretiene, pero es más entretenido el sexo, la montaña rusa o la televisión. La lectura informa, pero también manipula. La lectura hace pensar, pero, ¿quién quiere pensar? La lectura puede cambiar el mundo, pero hoy casi nos conformaríamos con conservarlo. La lectura ayuda a conservar el mundo, pero mucho me temo que no podremos conservarlo sino con las manos y todos juntos. Entonces, ¿para qué leer?

El crítico y escritor George Steiner sostiene que precisamente en esta indeterminación -anfibia entre el bien y el mal- radica la fuerza de la literatura. Yo diría que radica más bien en el hecho de que esta indeterminación es absolutamente determinada. Es decir, en que esta indeterminación luce una caperuza roja o una barba azul; o se nos presenta “pequeña, peluda, suave, tan blanda por fuera que se diría toda de algodón”; o parece “verde que te quiero verde”; o tiene cincuenta años y es “de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza”; o ha nacido en un lugar concreto llamado Macondo.

La vida, decía Kafka, es un enigma del que hemos olvidado la clave. Los libros, al contrario, son claves -llaves- cuyo enigma no hemos localizado todavía. Las grandes novelas, los grandes relatos, los buenos poemas, dan respuesta a preguntas que aún no no nos hemos hecho, que todavía no hemos encontrado. La vida es un cuaderno de ejercicios; los vamos haciendo sin saber jamás si hemos dado o no con la solución justa. Frente a ella, los buenos libros proporcionan siempre soluciones justas -precisísimas- a problemas que luego hay que reconocer y plantear. Sabemos que está ahí la solución, pero no sabemos cuál es ni a qué dilema responde. Sabemos, en todo caso, que se trata de problemas radicales y generales cuya solución es una flor concreta de retama agarrada a la falda del Etna, una niña concreta que quiere tocar el violín y acaba trabajando de cajera en unos almacenes, un pirata concreto con una pata de palo concreta y un loro concreto posado en el hombro; o una concreta mañana de mayo en que un viejo lama concreto llega a la concreta ciudad de Lahore. Cada vez que leemos a Leopardi o a Carson McCullers o a Stevenson o a Kipling nos embarga la certidumbre maravillosa de haber llegado a alguna parte, aunque no sepamos a dónde, y de haber resuelto alguna adivinanza, aunque no sepamos cuál.

El enigma de una solución concreta -una flor concreta, una niña concreta, un pirata concreto, un lama concreto- es que no sabemos a qué enigma responde. Por eso, la maravillosa satisfacción, la apaciguadora certidumbre de los buenos libros va acompañada enseguida de una insatisfacción no menos intensa: porque una clave sin enigma es un nuevo enigma cuya solución habrá que buscar en un nuevo libro. De ahí que leer sea tan peligroso; empezar es azaroso, imprevisible, incoercible; terminar es imposible. Hay un cuentecito en el que un sabio oriental trata de concentrar toda la sabiduría humana en una página, luego en una frase, por fin en una palabra; y acaba por sumirse en el silencio e imponer silencio a todo el mundo. Hay escritores que sueñan con escribir el último libro, el libro definitivo, el libro después del cual ya no habrá que leer más libros. Y están las religiones llamadas del Libro, que consideran que la Biblia o el Corán vuelven ociosos o redundantes todos los libros y que, a fuerza de imponer la lectura de un solo libro, acaban por impedir precisamente la lectura. El monoteismo, el monobiblismo, es el silencio del mundo antes del big-bang de la creación.

La lectura no tiene fin porque se compone de muchos comienzos y sólo podemos comenzar algunos de ellos antes de que nuestra vida termine. No es un proceso, como la reproducción de la vida o la acumulación de riqueza, sino una sucesión, sí, de paradas y comienzos (como el recorrido de un tren o la línea de un autobús). Sólo los niños muy pequeños, los militares y los capitalistas cuentan los números. Las cosas finitas, los hombres concretos, son incontables. Por eso no los contamos sino que los contamos. No hacemos cuentas con ellos sino cuentos. Por eso, al mismo tiempo, la literatura es lo contrario de la tecnología: podemos decir que el ordenador ha suprimido la máquina de escribir, pero no que Coetzee ha suprimido a Balzac o Roberto Bolaño a Dickens. En todos ellos encontramos por igual la emoción alboral de ese nuevo comienzo contenido en el había una vez de los relatos: el placer cardinal, el suspense local -localizador- de que haya algo en lugar de nada (o de yo mismo); la excitación subracional de que ocurran cosas que no hemos decidido nosotros y que pueden cambiar una vida concreta en un espacio concreto -quizás también nuestra vida y nuestro espacio.

Pero, ¿quién puede querer dedicar su vida -un solo minuto de su vida- a acumular soluciones para las que hay que buscar luego un enigma? ¿A encadenar respuestas a las que aún les falta la pregunta? Cualquier ser humano que tenga problemas; es decir, cualquier ser humano digno de ese nombre.

¿Y quién puede querer concentrar su atención -un solo minuto de atención- en un terreno en el que hay innovaciones y descubrimientos pero no progreso? Cualquier ser humano que tenga antepasados; es decir, cualquier ser humano digno de ese nombre.

Entonces, ¿para qué leer? Marcel Proust escribía que, de la misma forma que no percibimos la rotación de la tierra, tampoco percibimos el paso del tiempo y que las novelas son por eso -y la suya más que ninguna otra- relojes paradójicos que, al acelerar el tiempo, lo introducen allí donde habitualmente no sentimos su movimiento. Se dirá que no tenemos tiempo para la lectura. Pero esto es como decir que no tenemos tiempo para el tiempo; que no tenemos tiempo para la duración. Tenemos tiempo, en cambio, para ignorarlo durante horas, para abolirlo ilusoriamente durante días; para despreciarlo durante toda una vida. Tenemos tiempo para ir a Australia, pero no para llegar hasta la cocina o hasta la casa de enfrente; tenemos tiempo para fotografiar un millón de veces las Pirámides, pero no para levantar en la playa un castillo de arena; tenemos tiempo para dar la vuelta al mundo en una pantalla, pero no para pelar una patata. Tenemos, claro, ese minuto que basta para la destrucción de un mundo, pero ya no los siete días que hacen falta para crear uno. Tenemos tiempo, en fin, para la digestión y para la televisión, pero no para la duración.

Los libros no quitan sino que dan tiempo, nos devuelven el tiempo; nos devuelven precisamente el tiempo geológico que necesitan las montañas para formarse, los niños para crecer, la atención para fijar la mirada, las manos para prestar cuidados, la lengua para conservar su riqueza, los cuerpos para conocerse, la inteligencia y la imaginación para interesarse por un objeto o un ser humano concretos. En ese tiempo -que el reloj del relato nos restituye y que es el tiempo propiamente humano- pueden ocurrir cosas terribles. Pero sin ese tiempo, las buenas, las mejores, aquellas de las que dependen la salvación de los elefantes, los niños y los glaciares, son imposibles. El problema hoy no es el desprecio por la realidad sino el desprecio por el relato, la degradación de esa trabajada ficción -aprendizaje del tiempo- desde la que hemos venido juzgando durante los últimos siglos la consistencia real del mundo exterior. Se puede leer y abandonar a los propios hijos; se puede leer y conquistar a sangre y fuego otro país; se puede leer y colaborar en un genocidio. Pero, ¿cómo va a impresionarnos la muerte de Aischa y Omar en Bagdad si no nos impresiona la muerte de Jo en Casa Desolada? ¿Cómo va a afectarnos el dolor de los palestinos si no nos afecta el de los liliputienses? ¿Cómo vamos a interesarnos por el destino de la humanidad si no nos interesamos por el de los unicornios o el de los mulefas?

De la misma manera que ningún argumento de un ateo sensato podrá jamás persuadir a un fanático religioso para que use la razón, tampoco ningún argumento a favor de la lectura podrá jamás persuadir a un fanático fugitivo del tiempo, disuelto en sus imágenes intensas, para que lea a Stendhal, a Jack London o a Proust. Creo que en un mundo menos injusto habría más gente razonable; y creo que en un mundo más lento la lectura tendría aún una oportunidad. La justicia y la lentitud habrá que defenderlas a la intemperie. Entre tanto, por misteriosas razones que tienen que ver con el fracaso parcial de la lógica en los cuerpos concretos, siguen siendo posibles, como en los cuentos, las conversiones: bajo el contacto de un beso inesperado -un aburrimiento desarmado, un maestro heroico, un revés movilizador- algunas ranas se convierten todavía a la conciencia y a la literatura. Por eso, aunque sea en las catacumbas, tenemos que seguir pronunciando en voz alta el nombre de la justicia y la libertad: por eso, aunque sea en las catacumbas, tenemos que seguir pronunciando en voz alta los títulos de nuestras obras preferidas. Para salvar los elefantes, los glaciares y los niños -si conseguimos salvar los elefantes, los glaciares y los niños- estas palabras y estos libros nos serán indispensables.

Santiago Alba Rico

Manifiesto por la lectura. II Jornada de reflexión sobre la lectura. Cuenca 22 abril 2008

miércoles, abril 16, 2008

Seres Humanos Libres Videos

Otra sección:

Seres Humanos Libres Videos

Partimos con el vídeo "Petróleo, Humo y Reflejos" (“Oil Smoke & Mirrors”) que entrega una información sobre el cenit o el comienzo del declive del petróleo y sus consecuencias, de manera clara, seria, simple y breve, para todo el que se quiera informar sobre el tema. Trata más que todo sobre el colapso energético del que nadie quiere hacerse cargo...

Y como ya saben, recomendaciones y sugerencias, las que quieran!

Saludos

viernes, abril 11, 2008

Otro Chile es Posible desde Abajo y a la Izquierda

"Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo." Eduardo Galeano.

Es que el fin de las fronteras que la clase política global se empeña en proclamar, desde Fukuyama hasta el prepotente senador Flores en Chile y el alcalde de cualquier pueblo occidental, solo echó abajo las fronteras del capital financiero, especulador e industrial. Echó abajo todo tipo de protección económica de los países pobres, todo tipo de regulación al Mercado, todo tipo de intentos de industrialización, nacionalizaciones de elementos vitales, protecciones aduaneras. La Zona Franca como paradigma con el comercio minorista arruinado a su alrededor.

Al mismo tiempo que se complementaba con la dominación cultural, como por ejemplo a través de sus mcdonalds y los hábitos alimenticios impuestos desde afuera y como modelos de modernidad y progreso, con su obvia “epidemia de obesidad" occidental, símbolo de opulencia y descontrol. MTV, CNN y las cadenas de televisión globales, uniformando los gustos y las convicciones, la primera guerra de Irak en vivo en tu hogar. Y así, todos los símbolos triunfadores post muro de Berlín. Una sola sociedad, un solo modo de vida, un solo sistema de producción, una sola economía, y obviamente un sistema de valores que diera coherencia y sostuviera lo anterior, el individualismo, la competencia, la acumulación, el control, el castigo económico visto como problema individual y el premio económico visto como fruto de una estructura que lo permite.

Pero por otro lado levantó fronteras aun más crueles, la enorme injusticia económica a nivel planetario. El sistema de producción capitalista desde hace 50 años, y año tras año, no deja más que aumentar la concentración de la riqueza en la cúpula de la pirámide económica global de manera apabullante. Bill Gates aparece como el paradigma social a seguir, como una ironía dolorosa a los sueños de igualdad social. Este patrón de acumulación de capital financiero e industrial, se repite en cualquier país que usted quiera, a modo de un fractal. Veamos el sistema económico como un fractal y veremos que en el llamado Norte o primer mundo industrializado, es donde más se acumula el capital global, en pocas manos en esos mismos países por supuesto. Aunque mejor distribuido que en los países pobres, tanto por el rol histórico del sindicalismo y la asociación de trabajadores post segunda guerra mundial, por contar este periodo histórico y esos factores solamente.

Luego, reduzca el lente hasta observar país por país, y verá que el patrón es el mismo, la mayor cantidad de riqueza de un país acumulada en pocas manos, y la mayor parte de la gente trabajando, a veces sin conciencia, para esos pocos multimillonarios. Las personas, los seres humanos en cada uno de los países a su vez, juegan el rol de los países pobres en su relación con los países industrializados. Pero en vez de vender sus materias primas, venden su mano de obra, siempre ambas muy baratas, porque en ambos casos el precio queda impuesto desde afuera, desde el mercado.

En Chile, bajo el gobierno de Ricardo Lagos que termino con un explicable por la propaganda mediática y los favores a los grandes grupos económicos, 60% de aprobación “ciudadana”, aumentó la brecha entre los que tienen más dinero (antiguamente llamados “ricos”, pero eso otorga identidad, es malo) y los que menos dinero tienen (antiguamente llamados “pobres”, eso otorga identidad, es malo) en más de 400 veces desde el fin de la dictadura. “Ricos” y “Pobres” como categorías económicas suenan mal al oído del ciudadano liberal global. Es que el clasismo puede existir para desprestigiar de arriba hacia abajo en la escala económica, pero el ciudadano liberal global no le gusta ser categorizado como él mismo categoriza con su model economico que defiende como inevitable. Políticamente incorrecto es hablar de “ricos” y “pobres”, es ofensivo, más ofensivo incluso que vivir en la pobreza.

Porque la identidad es retrograda y se opone a los valores actuales. La identidad es peligrosa para el actual sistema, porque como la libertad es el caramelo con el cual nos han seducido a asumir este modelo económico, la identidad es innecesaria pues somos todos iguales. Somos todos iguales y libres según la ideología neoliberal. No hay fronteras, no hay barreras que frenen al ser humano. Pero mas atentamente encontramos otras barreras crueles, alrededor de las cuales miles de seres humanos, con su permiso, Pobres, mueren por intentar cruzar, que son las barreras no aduaneras para el capital, sino las de la policía de inmigración, la de los puntos de control militar, la de los postmodernos muros, tan postmodernos que no es que sean un muro, son en realidad barreras para proteger a los del otro lado, como Israel protege a los palestinos, como la UE protege a los africanos y como los Usamericanos protegen a los Mexicanos y latinoamericanos.

Nula repercusión tienen en los medios de prensa estas avalanchas de pobres al primer mundo. Pero que un balsero cubano llegue a USA escapando no del hambre, pero si de la escasez quizás, obsérvese con la histeria que es teletransmitida por todas las cadenas de televisión, radio y prensa del mundo. 1.000.000 de muertos en Irak no importan más que un balsero cubano. Cientos de palestinos no importan más que un balsero cubano. Un mapuche muerto por el estado no importa más que un balsero cubano. En fin, no hay barreras, pero la gente se muere por cruzarlas.

Si nos fijamos, cada pueblo que ha levantado una barrera de identidad frente a un modelo económico que no lo permite desde la caída del muro de Berlín hasta hoy en día, ha entrado directamente en conflicto contra el capitalismo global, nacional y sus administradores, los Gobiernos. El EZLN en Chiapas al sureste mexicano es un ejemplo que todos pueden acceder y conocer, bastó con reconocerse como indígenas, pobres y marginados, no el día que declaran la guerra al ejercito mexicano, sino mucho antes, cuando comienzan a reconocerse como pueblo, para que inevitablemente aparecieran contra los intereses del capitalismo global y local. Llegaron a arruinar la fiesta del Gobierno mexicano el 1 de enero de 1994 y su entrada a la “modernidad” con la entrada en vigor del NAFTA, el tratado de libre comercio de USA, Canadá y México. Arruinaron la fiesta con su grito de “Ya Basta! Somos producto de 500 años de luchas…”

Vea ahora el movimiento Mapuche en Chile y Argentina, que entra directamente en conflicto con el capital global y local, con megaproyectos hidrográficos, latifundistas, madereras, y por supuesto los gobiernos y sus leyes antiterroristas. Vea el movimiento de los Sin Tierra en Brasil, de los trabajadores de fábricas recuperadas en Argentina. De los campesinos en la India y su lucha por las semillas, etc, etc.

Todos y cada uno son puestos frente a la “opinión publica” creada por los medios de masas, y por boca de los gobiernos, como “obstáculos hacia la modernidad” como “obstáculos al progreso". Como peligros al “estado de derecho”. Luksic, en el gobierno de Lagos, y frente a la extradición que solicitaba la justicia peruana por el soborno que el multimillonario habría realizado a la criminal mano derecha del criminal Fujimori, Vladimiro Montecinos. Fue fieramente defendido por toda la clase política chilena, y pusieron a embajadores, y abogados del estado para su defensa. Luksic viajaba constantemente con Lagos para las visitas al extranjero. Mientras tanto, ¿Cuántos mapuches son puestos tras las rejas por defender la Tierra, por protegerse de la depredación de los Luksic? El Estado chileno, con sus abogados, somete a mapuches pobres bajo leyes antiterroristas de la dictadura capitalista de Pinochet al mismo tiempo que defiende a uno de los tres empresarios más poderosos de Chile por acusaciones de corrupción en el extranjero.

Luksic tiene una identidad que no pone en peligro al sistema, es la del “emprendedor”. No podemos ser otra cosa más simpática al sistema que "emprendedor", de un momento a otro mi tio, mi amigo, mi primo, mi compañero, ya no eran lo que eran, sino que son unos “emprendedores”, ahí se reconocen, ahí se hacen. Ya no empresario, eso suena muy frió, suena como si fuese por dinero que alguien se “arriesga” en una “aventura”. Aparecen casi a la misma altura de un deportista extremo, así de inofensivos. Pero la planta de los Luksic además estaba acusada de daños medioambientales en Perú. Menuda aventura. El grupo Celco de Angelini mato a miles de Cisnes de Cuello Negro en el sur de Chile con sus desechos arrojados a una reserva ecológica. ¿Alguien puede juzgarlo? No. Hay que ayudar y dar otra oportunidad a los "emprendedores". Además las Huelgas por los trabajadores forestales hicieron que la policía, o sea el estado chileno, matara con total impunidad, digo total impunidad porque el juicio se cerro sin responsables, a Rodrigo Cisternas con tres balas del estado.

Estos casos no son propios de una cultura de un país en particular, es un caso que ocurre hoy en día en cualquier país. Es lo que el Sub Marcos llama la Cuarta Guerra Mundial, considerando a la guerra fría como la tercera. Esta cuarta guerra mundial es de baja intensidad y no declarada, es infinita. La guerra sin fin que el documento fundacional de los Neocon usamericanos (bush y su cuadrilla) el “Proyecto Para un Nuevo Siglo Americano", proclama en su esencia y de la cual se nutren tantas corporaciones globales.

No soy nada pesimista, que se entienda, en distintas partes del mundo ya la gente comienza a despertar de este gran golpe en la cabeza que ha sido la Globalización, y ahora estamos en esa fase donde nos empezamos a preguntar qué nos golpeo, cómo nos golpeo, y por sobre todo por qué nos golpeo. Me interesa reconocer bien lo que nos golpea para poder prevenir. Y vamos avanzados a mi juicio en estos momentos. Hay cierto consenso global también de identificar la cruzada neoliberal, su globalización depredadora como generadora de tanto sufrimiento, de tanto dolor de cabeza. Y vamos dándonos cuenta que la Historia no tiene un fin, mas que cuando se persigue obtener provechos económicos.

Por eso e independiente de todos los partidos políticos, de todas las formas de poder de arriba hacia abajo, somos los seres humanos los que nos organizamos y construimos una sociedad distinta siempre desde abajo y con libertad. Y siempre desde la izquierda y con corazón, que es lo mismo al fin y al cabo, ahí late.

De abajo y a la izquierda otro Chile es posible. Falta reconocernos, volver a mirarnos.

Victor

viernes, abril 04, 2008

Seres Humanos Libres 2.0

Con el fin de ampliar los espacios reflexivos en diferentes artes y actividades culturales libres, se han creado los siguientes espacios:

Seres Humanos Libres Información

Seres Humanos Libres Música

Seres Humanos Libres Cine

El propósito como siempre es difundir, y jugar un rol en contraposición a los medios de comunicación de masas y las ideas que dominan y domestican las mentes a nivel local y global. Eso también se refleja en artes como la música y el cine por supuesto. En consecuencia, están todos los seres humanos libres que deseen participar a escribir lo que quieran, y si alguno se anima a participar como editor de alguno de los blogs... pues bienvenido!

Contra el capital y por nosotr@s !

La muerte de la utopía es la vida del mercado.

Salud!